Básquet en la Sangre

Ganar en la sangre

Leo y Pepo con 3 de las medallas más importantes del básquet argento (PN)
Leo y Pepo con 3 de las medallas más importantes del básquet argento (PN)

“Básquet en la Sangre” nos lleva a la casa de los Gutiérrez.

Leo y Pepo, padre e hijo. Dos amigos a los que no les gusta perder a nada.

Al ser el jugador más ganador de la Liga (entre otros tantos récords), Campeón Olímpico, Generación Dorada, etcétera, hay ciertas cosas de Leo Gutiérrez que ya se conocen por demás.

Por ejemplo, que su historia no empieza cerca de Mar del Plata, sino en Marcos Juárez, su pueblo natal en la provincia de Córdoba. Allí dio los primeros pasos en el básquet:

“Arranque porque tenía que hacer algún deporte. Estaba creciendo demasiado rápido y los médicos le recomendamos a mi vieja que lo hiciera. Elegimos el básquet porque ella trabajaba como empleada doméstica en la casa de dos familias que estaban muy metidas en el Club San Martin (NdeR: Flia Mantegari de Marcos Juarez), una de ellas incluso era el propio Presidente del Club, sus hijos jugaban al básquet y le insistieron mucho para que yo lo haga. Así que a los 6 me empezó a llevar”

Sin embargo, al contrario de lo que muchos de imaginan, o como en otras historias se daba, el deporte de la naranja no fue un amor a primera vista…

“La verdad que iba sin muchas ganas, no me gustaba mucho, me atraía más el fútbol que el básquet. Al principio iba de vez en cuando, pero ya a medida que fui creciendo le fui dando más bola, a los 13 me lo empecé a tomar más en serio y a los 15 es cuando Olimpia de Venado Tuerto me recluta. Ahí vi otras cosas del básquet que me gustaron y realmente me apasioné por el deporte. A partir de ahí fue todo más profesional y también tuve un poco de suerte porque hacía 2 años que estaba en el Club y a los 17 ya estaba jugando en el equipo de Liga como uno más de la rotación”

ENTRE LA ADOLESCENCIA Y EL PROFESIONALISMO

-¿Entre los 6 y los 15 que pasó? ¿Consideraste que evolucionaste como jugador o fue una cuestión física la que llevó a Olimpia a reclutarte?

“Yo creo que fue físico el tema. Ya medía 1.96m y era muy atlético, saltaba mucho, tenía buenos movimientos pero la verdad es que no jugaba bien. No sabía tirar, la picaba como ahora (risas). Pero fueron Julio Lamas con Victor Daich cuando estaban reclutando para Olimpia que nos vieron a mi y un amigo, Carlos Alemano, que tenía un año más que yo y medía más de 2 metros. Nos llevaron casi sin probarnos, porque éramos altos. Fuimos a los 10 días a conocer el Club, la ciudad, la casa de los reclutados y quedamos fascinados. Se había inaugurado todo hacía poco, estaba todo reluciente, espectacular. Al mes ya estábamos allá, fue todo muy rápido”.

-Eras muy chico ¿Tu mamá como lo tomó?

“Mi vieja fue clave, me dio el empujón para tomar esa decisión. Me veía que me estaba yendo para el lado de la vagancia y aunque era chico consideró que era una buena oportunidad para corregirme. Y la verdad que no se equivocó (risas). Ojo, al principio me costó, viajaba todos los fines de semana que podía si no jugaba porque extrañaba un montón. Pero creo que es la mejor edad para reclutar, ya no veo que lo hagan y para mi se equivocan, si hay condiciones hay que arriesgarse”

Pero no solo fue difícil por la edad alejarse de Marcos Juárez, sino porque todos los que conocía allí eran su familia, no solo su mamá y su hermana…

“Estoy en contacto con todos en Marcos Juárez. Mi vieja crió a los dos hijos de esta familia del Club desde chiquitos hasta adolescentes. Cada vez que voy los veo y siempre me siguieron desde que me fui a jugar a Olimpia hasta el día de hoy. Eran prácticamente mi familia también, pasábamos mucho tiempo juntos, era como el hermano menor de ellos porque en la Liga de Transición San Martin jugaba y formaban parte del equipo y me llevaban a los entrenamientos para ver o temprano el día de los partidos”.

“Me vigilaban también. Yo le decía a mi vieja que iba a entrenar y no iba nada, me iba a jugar al fútbol con mis amigos. Al otro día le preguntaban por qué no había ido y mi mamá se sorprendía. Claro, yo agarraba la bici, encaraba como para el Club y después pegaba la vuelta para el campito con los pibes (risas)”

-Si Pepo hace esas cosas ¿qué pasa?

-¡No! Sabe que no tiene que hacer, responde rápido Leo.

Aunque también rápido de reflejos, Pepo agrega: -No las hago

-Eran épocas distintas y estábamos en un pueblo donde nos conocíamos todos, no es una ciudad grande como Mar del Plata. Andábamos bastante solos. Pero era el arte de hacerlo porque calculaba justo el horario de salida de mi mamá de trabajar con el del entrenamiento y llegaba perfecto, jajaja! Pero después como le agarré el gusto, ya dejé de hacerlo. O no tan seguido.”, aclara el mayor de los Gutiérrez.

De todas formas, Pepo (Francisco, aclaramos por las dudas), tiene bastante claro que no había que hacerlo y también porque le tocó vivir de otra manera su infancia:

-Yo a esa edad que él dice que hacía esas cosas no iba solo al Club a entrenar, me llevaban ellos, asi que no había muchas chances de hacerlo. También mamé otras cosas, cuando fui creciendo él ya era profesional y tenía claramente otros hábitos”, aporta Francisco.

“Aparte empecé a los 3 años cuando él estaba en Obras y había vuelto de España, casi no hubo hueco para que no me gustara y me dieran ganas de faltar o cosas por el estilo. Solo hice tenis a los 10 años en Córdoba que la verdad me gustó mucho, pero nunca me hizo sentir como cuando jugaba al básquet, ni cerca. Era más recreativo”

Pepo festeja con Leo, Fernanda lo disfruta de atras (M Figueras)
Pepo festeja con Leo, Fernanda lo disfruta de atras (M Figueras)

CUPIDO VIVE EN VENADO TUERTO

Venado Tuerto fue un momento clave para la carrera y evolución de Leo como jugador. Pero sin dudas fue la ciudad que permitió que Pepo y Mora estén acá con él. Ahí conoció a su mujer, Fernanda.

“A los 2 años más o menos que estoy en Venado la conozco a Fer. Y a los 3 años de estar con ella ya venía en camino Pepo. Fue todo bastante rápido, yo tenía 21 años y ella 23”

“Nos conocimos en una fiesta de cumpleaños en la casa de los reclutados, que era la casa del pueblo, iba todo el mundo. Y ese día cumplía años Franco Lucchi que justo salía con una de las amigas de Fer. Tipo 10/11 de la noche yo me terminaba de bañar, tocan y tocan el timbre y nadie atendía. Entonces cuando voy a abrir la puerta, nosotros estábamos en un primer piso, venía Fernanda subiendo la escalera y ni hola me grita: “¿este es el cumpleaños de Franco Luchi?”, le digo que si y se manda, todo sin saludar (risas). Después bueno, nos fuimos conociendo y las cosas se dieron”

TU PAPA ES LEO GUTIÉRREZ

Pepo es de abril del 99. Es decir, cuando nació (y ya más grande, claro) su papá era un nombre reconocido en el ámbito del deporte argentino. Parece una obviedad, pero quizás para quien lo ve de afuera pierde la perspectiva de que para él es simplemente su viejo.

Sin embargo, su papá es más que su papá. El deporte genera sensaciones en la gente que muchas veces son inexplicables. No todos tenemos un viejo famoso. Él lo tiene y hoy, ya más maduro, lo vive con naturalidad.

“Ya mis amigos están más acostumbrados a venir a casa, verlo, tratarlo y eso. Pero antes es verdad que me cruzaban por ejemplo en el Poli, en Rafaela o en Atenas, y otros chicos me decían fascinados como que Leo era mi papá. Era bastante raro, para mi es mi papá y punto. Con el tiempo igual te acostumbrás a que la gente le pida sacarse fotos o tener que esperarlo porque lo paraban en la calle o la salida de la cancha”

La consciencia sobre lo que le tocaba vivir a su papá (y por consiguiente a ellos como su familia) llegaba a temprana edad y con el hito más grande y glorioso de la historia del básquet argentino:

“Me acuerdo patente cuando fueron campeones olímpicos de estar en mi casa de Rafaela con dos sillas solos con mi mamá, las luces todas apagadas y solo el tele prendido. Igual ahí era chiquito, pero fue en el Preolímpico de Las Vegas (NdeR: Año 2007 clasificando a Beijing) donde tomé real dimensión de lo que generaban él como jugador y el equipo o la Generación. Y saber que mi papá era parte de eso es una linda sensación”

-¿Quién es el nenito de la foto? Pepo era ficha puesta en las fotos de Campeón de Leo, desde bebé hasta que le empezó a dar vergüenza, pero en el medio estuvo en todas.

-“Ya en Neuquén 2001, Pepo está ahí en la foto con nosotros”, recuerda Leo como la primera aparición de ese Campeón sin medalla.

-“En los Juegos de las Estrellas me sentaba en el banco también”, arranca Pepo.

“Pero a la última de Peñarol ya no me metí, me jodieron tanto con eso que me dio vergüenza y me quedé afuera. Pero hasta Basquet Plus hizo una nota con eso, titulando algo así como el hijo que tiene más títulos que muchos jugadores, una risa”.

En el Juego de las Estrellas (M Figueras)
En el Juego de las Estrellas (M Figueras)

EL TRIPLE

Leo es el hombre récord de la Liga Nacional. Además de ser el más ganador con 10 títulos y de la mayor cantidad de presencias en la competencia, es el máximo triplero de la historia de la Liga ya desde 2014 pasando a Eduardo Dominé. Posee también el récord de mayor cantidad de triples en un juego (en 2010 con los 15 triples vs Boca para el 120-76 de Peñarol).

Ese tiro, antes desde los 6.25m y ahora desde 6.75m, lo terminó de completar como jugador y arma temible en cualquier equipo donde le tocara jugar. Fue parte incluso de la evolución del ala-pivote en general, que no solo jugó más de frente al canasto sino que tomó tiros a distancia con alta efectividad. Hoy es casi obligación en la posición tener algo para dar en esa faceta.

Él tampoco lo tenía incorporado…

“Hace poco estuve con Pichi y Marcelo (NdeR: Hector Campana y Marcelo Milanesio) en una cena y nos pusimos a hablar de ese tema. Me acuerdo que en Marcos Juárez nos juntábamos en vacaciones con amigos de la zona para jugar los Provinciales de Mayores, yo tenía 20/21 más o menos. La verdad es que la tirábamos todos, pero yo incluido empecé a revolearla y nadie me decía nada. Aparte porque la metía. Fui al Argentino de ese mismo año y compartía equipo con Marcelo y Pichi entre otros, y en un entrenamiento yo estaba tirando con los talones arriba de la línea de 3 puntos, y tiraba bien de frente. Hasta que se me acercaron Marcelo y el Mili Villar y me dicen porque no doy un pasito para atrás y en los partidos si me sentía cómodo que empiece a tirar, que no sea boludo y cosas así que me dieron confianza de a poco y me incentivaron a entrenarlo. Fue esa misma temporada en Atenas, creo que la 2002, que arranqué a tirar y anduve bien porque nadie me defendía. Los primeros 10/12 partidos creían que ya no la iba a meter, pero nunca paré hasta que me empezaron a defender un poco más pero ya era tarde, ya estaba aceitado”

-¿Aparte del consejo de dar un pasito para atrás quien fue el que te ayudó más en esa faceta del juego?

“Marcelo Milanesio fue el que más encima estuvo mío. Fue la última temporada de él  y me incentivaba a entrenarlo y me corregía la técnica, porque aparte es una cuestión de repetición. De tirar, tirar y tirar todos los días hasta que te queda mecánicamente en la cabeza. Porque por ahí tiraste un par de veces en un entrenamiento y pensas que andas bien pero después queres hacerlo en un partido como esa vez y olvídate, no te sale.”

-¿Todo eso que hiciste en su momento por Marcelo, lo seguiste implementando?

“Si, y más. Yo tengo una rutina de tirar 100/150 o máximo 200 tiros que me llevan no mucho más de 45 minutos que para mi no es mucho. Es dedicarle tiempo. La mayoría de las veces tiro 100 en un aro y 100 en el otro. Me gusta meter 80 o más. Gabriel Picatto me decía que había que meter arriba de 80 porque eso después lo dividías por 2 y te resultaba el porcentaje que ibas a tener en juego.”

-¿Y en la práctica que corregiste de tu mecánica o que sensación personal le agregaste? Porque no todos somos iguales ni nos sentimos cómodos con la misma técnica…

“Yo tiraba con la mano muy abierta, el codo para afuera y Milanesio me fue corrigiendo todos los detalles como el quiebre de muñeca, el dedo, el agarre. Yo rompo mucho las bolas con el agarre de la pelota, creo que es fundamental. Por ejemplo los chiquitos que no tienen mucha fuerza apoyan la pelota en la palma y la empujan, para mi es agarrarla con la punta de los dedos porque es donde tengo más sensibilidad, no me gusta que me toque la palma”

-¿Escuchaste Pepo?

“Ufff, hasta ayer estuvimos con ese tema y no me sale todavía.”, dice con una mezcla de vergüenza y bronca.

-Pero más allá de alguna cuestión genética que hay, el que te ve jugar nota que hay movimientos muy parecidos ¿lo copiás en algo o te sale natural?

“Yo creo que es natural, o por ahí lo copio de tanto haberlo visto y no me doy cuenta. Lo que pasa es que tampoco juego de 4 como él, entonces hay muchas cosas que le toca hacer que a mí no.”

-“Copió el mal carácter me parece”, lo interrumpe Leo entre risas cómplices

-Es verdad, también en que no me gusta perder ni a la bolita, ni en amistosos ni en entrenamientos por ejemplo donde hacemos alguna competencia de tiro y algunos se ponen a boludear y a mí no me gusta, me caliento. Yo quiero ganar.

-¿Te ayuda papá a trabajar en el tiro u otras cosas?

“Me ayuda mucho a corregir eso, pero es justamente lo que creo que más me falta es lo que para él es lo más importante que es el agarre, no me sale”, reconoce Pepo.

Y Leo agrega: “Cada vez que podemos y que no molestamos al resto del equipo, él viene al entrenamiento y tiramos juntos. Igual ahora ha venido a formar parte del entrenamiento. Hace unos días jugábamos en contra y jugó bastante bien, metió como 3 triples. En una jugada de hecho, estábamos palo a palo, yo tiro de 3 y lo erró a la siguiente él va queda solo a 45 y la mete. Pendejo de mierda.”

Se fue re caliente, los cagamos a goles, ataca el pibe que hoy ya es Juvenil 1er año.

-No no, empatamos, cierra Leo.

Con la Medalla de Oro de Atenas 2004 (M Figueras)
Con la Medalla de Oro de Atenas 2004 (M Figueras)

LAS GANAS DE GANAR

-¿Qué otra cosa le copiarías o te gustaría incorporar de él?

La respuesta fue rápida, sin dudas: “La ambición de ganar”. Y completa la idea: “No es el hecho de ganar o no porque depende de varias cosas eso, por ejemplo ahora no les esta yendo bien. Pero las ganas de ganar que tiene son enormes.”

-La prima lejana a esa ambición de ganar es el odio a perder. Eso claramente ya lo tienen lo dos…

“Si tal cual, asi como Pepo te contaba lo de los entrenamientos, a mi igual. No me gusta boludear ni en un entrenamiento ni en un jugar por jugar. Siempre competí al máximo, a veces no me alcanzaba, perdía y me iba re caliente, pero sabía que daba el máximo. No me gusta agarrar un partido y decir “bueno, este es más fácil me relajo un poquito”.

-En entrenamientos tampoco, Leo. Te vi varias veces entrenar…

“No, menos! Soy peor en los entrenamientos que en los partidos. Insoportable, jaja!”

-De hecho, te has lesionado más veces entrenando que en los partidos

“Si, muchísimo más. Lo que pasa que en los partidos por ahí me lesiono pero no doy bola. Por ahí sigo jugando y me rompo más todavía, pero en los entrenamientos más. No me gusta estar fuera del equipo y ver un entrenamiento de afuera creo que lo sufro más que los partidos, por el día a día más que nada. Estos dos últimos años no fueron fáciles para mi, la cabeza me laburó muchísimo.”, cuenta Leo sus sensaciones por el momento personal y del equipo.

EL PEPO DE LA GENTE

Francisco Gutiérrez te llamás ¿Por qué Pepo?

(Piensan los dos, silencio…)

-“A mamá creo que no le gustaba Pancho”, empieza Pepo.

Pero no estaba claro, y por eso piden auxilio: “A ver… ¡má, podes venir!”

A Leo mientras parecía caerle el recuerdo: “-Pará, creo que es por una canción. Este no dormía nunca y Fernanda le cantaba una canción de letra media rara y en el medio estaba la palabra “Pepo”. Algo así como “Pepepo, uno momomi”

La claridad total llegó de la mano de Fernanda:

“Cuando era bebé le hablaba en diminutivo, apareció en el medio “Pepo” y quedó. La canción ni existía, la inventé yo, boludeces que les dicen las madres a los nenes a esa edad. Y encima, con lo que me maté inventándolo, ahora sale un cumbiero con el mismo nombre ¿podés creer?”, cierra con su humor habitual la mamá de Pepo y Mora.

-“Bueno, Pepo le decía “Tatai” a la leche. Explicame eso. Creo que inventaron un idioma entre los dos”, agrega entre risas Leo.

Instalados en Mardel (archivo fliar)
Instalados en Mardel (archivo fliar)

EL SINDROME DEL BASQUETBOLISTA

El deportista tiene una vida nómade en muchos casos. Los contratos tienen su final y aunque hay etapas de estabilidad en tal o cual equipo, siempre hay un cambio no solo para el jugador sino para su familia.

La Liga Nacional ha crecido de la mano del Interior del país. En ese contexto hubo (y hay) equipos en ciudades no tan grandes y de estilos de vida muy distintos a Mar del Plata. Por eso, muchos de los basquetbolistas a quienes le ha tocado jugar alguna vez en Mardel han echado raíces en nuestra ciudad.

Sobrados son los casos y ejemplos. Y los Gutiérrez, con varias mudanzas en su haber, no han sido la excepción a ese Síndrome…

-Hay una frase, antes de salir de Córdoba y venir para acá. Me la dijo Pepo, en el auto: “Esta es la última vez que nos movemos”, recuerda con mucha claridad Leo.

-¿Yo lo dije?, replica Pepo

-Si, y era entendible. Habías cambiado de colegio 7 veces. Cambiar de amigos, costumbres, no es fácil para un grande, imaginate para un chico, le responde Leo.

Y agrega: “Habíamos comprado un lote en Venado. Ahí era ideal para nosotros Venado. Por familia, amigos, por la casa de Fer, estar cerca de la mía. La idea era una vez que dejara de jugar, mudarnos para allá.”

“Venir a Mar del Plata significaba algo grande por lo que era venir a Peñarol primero con todo nuestro pasado y sin saber cómo resultarían las cosas, estábamos con un poco de miedo la verdad. Pero llegar nos cambió el panorama por completo, fue una realidad totalmente distinta a la que nos imaginamos. De hecho a mi Mardel no me gustaba, cada vez que veníamos al Juego de las Estrellas que era en pleno enero, para mi era estresante, todo estaba hasta las manos, colas para todo, el Hotel lleno…no estaba bueno.”

Pero para Fernanda, ya sumada a la charla definitivamente, Mar del Plata era el lugar indicado…

-“Yo al contrario, cada vez que veníamos a Mar del Plata era para acompañarlo a Leo a algún partido de la Selección o al Juego de las Estrellas. Y le decía a mi mamá incluso que ojalá Leo firme un contrato acá, quiero vivir acá. Y cada vez que estoy por ejemplo caminando por la costa me acuerdo textual de esa frase y ese momento. El destino nos trajo creo. Aunque también pensamos en Córdoba, pero las cosas terminaron tan raras que quedó atrás eso y al ver a medida que pasaba el tiempo que acá lo querían tanto a Leo, también pasó a un segundo plano Venado, pensando a futuro también”.

-“A mitad de la segunda temporada acá empezamos a pensar en serio en todo eso que dice Fer. La verdad también es que los dos somos muy impulsivos y al otro día, literal, que decidimos quedarnos salimos a buscar casa. Ella se vio 150mil casas creo hasta que en un asado de equipo en el Club, le dije a un amigo que tiene inmobiliaria que estábamos buscando. Al otro día, también literal, me llama y me dice que está en mi casa, a 3 cuadras estábamos y nunca la habíamos visto. Era un desastre, estaba sin terminar, hasta un palomar adentro tenía”, completa sobre la decisión Leo.

-“Pero todas las puertas eran altas, él no se tenía que agachar en ninguna”. Punto clave que destaca Fernanda a la hora de elegir el hogar familiar en el que ya están instalados hace unos años

GUTIÉRREZ POR GUTIÉRREZ

Momento de abrir el corazón y los lagrimales también. Porque después de 1 hora y media de contar su historia, entre mucha emoción, a Leo y Pepo les toca definirse mutuamente…

Pepo por Leo:

“Primero olvidándome de que es mi hijo, Pepo es como un amigo más porque la verdad es que nos criamos juntos. Yo era chico cuando él llegó y siempre jugamos juntos, hoy en día es a la Play por ejemplo. Tiene un corazón muy grande, eso es fundamental en una persona y creo que lo mamó mucho de nosotros. La personalidad que tiene a veces es chocante porque es cabrón y le gusta ganar siempre, eso claramente lo sacó de mi. Es como un Leo chiquito, de corta edad, somos iguales en un montón de cosas, hasta físicamente”

“Pero además de ser un amigo, es un buen hijo porque es educado, se porta bien, son pocas las veces que nos hace renegar. También puede ser un buen jugador de básquet, eso siempre se lo digo, pero depende de él. Me encanta la personalidad que tiene, adoro que sea así porque con eso podes hacer cosas importantes a la hora de encarar la vida en general, no solo en el deporte. Él me ayudó mucho a crecer, y si no hubiese sido por él, por su llegada, todo esto no hubiese funcionado ni existido. Él me llevó por un camino que a lo mejor no iba a recorrer”.

Leo por Pepo:

“Para mi no es el exponente que es en el básquet argentino. Tal como lo dijo, para mi es mi amigo. No es un papá normal, eso lo sé, fue diferente. Le tocó estar en la Selección y estar lejos nuestro físicamente, o con los viajes de la Liga, pero él siempre se las arreglaba para estar presente de otras formas o cuando estaba en casa se notaba. Yo lo veo y es como un modelo a seguir, no solo por lo que logró sino por como se portó como papá y amigo conmigo primero y con mi hermana después, o con mi mamá también. Por como le tocó crecer en Marcos Juarez e ir haciéndose su lugar en la vida”

“Como lo ves en la cancha es como es él. El tipo que no quiere perder nunca, que te exige y te hace mejor. A veces lo demuestra de formas en la cancha que no avalo (risas). Pero es su forma de ser y como él hay muy pocos. Es humilde a pesar de todo lo que ganó, nunca se la creyó, nunca dejó de trabajar y quedarse con lo que ya tenía, siempre quiso más, eso es admirable. Verlo como se comporta en los recesos, cuidándose de muchas formas, eso lo llevó también a jugar hasta casi los 40. Es un distinto.”

Al repasar su historia y sobre todo leyendo como se describen el uno al otro, está claro que el parecido no es solo físico. Y personalmente tampoco son iguales por una cuestión de crianza, sino porque ambos forjaron sus personalidades y costumbres prácticamente a la par.

“Cabeza” le dicen a Leo en su círculo de mayor confianza. Puede haber muchas explicaciones para eso, pero nosotros elegimos aquella que define a una mentalidad distinta al resto. Ganadora por donde se la mire. Ganar es su forma de vida. Y Pepo asi también lo entiende.

El festejo más repetido (M Figueras)
El festejo más repetido (M Figueras)

Ignacio Saraceno (saraceno.ignacio@gmail.com)

En Twitter e Instagram: @ignaciosaraceno. Periodista desde 2007. Co-Fundador de PN. Jefe de Prensa y Redactor de diferentes Organizaciones y Eventos de AMB, LNB, CABB y FIBA Américas.

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